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jueves, 22 de diciembre de 2011

Áncash: Al rescate de las empanadas navideñas de Huari

Las familias huarinas preparaban empanadas de jigote y de calabaza para acompañar el chocolate caliente, a base de cacao y leche de vaca, en la cena de Navidad.
Por: Yanet Reyes
Cortesía/Michel Malqui
Las empanadas reemplazaban al panetón
en la nochebuena como parte de las costumbres.
El panetón no era muy comercial y los antiguos
 huiarinos ni siquiera lo conocían.
No cabe duda que el panetón es un producto bastante comercial en las fiestas de Navidad y de Año Nuevo. En la mayoría de hogares, por no decir en todos, su presencia es infaltable en la cena navideña desde hace muchos años.
Pero, se ha preguntado usted ¿con qué acompañaban la chocolatada de nochebuena las familias antiguas cuando el comsumo de panetón aún no se había masificado?
A continuación le contaremos la historia de la provincia de Huari (Áncash), donde según el testimonio de algunos habitantes, el tradicional producto navideño ingresó a sus hogares después del año 1800 y hasta ese entonces se preparaban empanadas de calabaza y de jigote para acompañar el chocolate caliente, a base de cacao y leche de vaca.
La cena navideña sin panetón
Según la profesora María Ortega Valle, antes del año 1800, los huarinos ni siquiera conocían el panetón porque su venta solo se concentraba en la ciudad de Lima y para los provincianos era muy difícil desplazarse hasta allá solo para comprar este producto.
Refiere, además, que elaborar las deliciosas empanadas era parte de sus costumbres, que a la fecha solo algunas familias conservan, precisamente, porque en la actualidad el panetón está al alcance de todos y en Huari, como en otras partes del país, hay varias panaderías que trabajan en su elaboración, señala.
“Antes en la mayoría de las casas había un horno a leña donde se preparaban las empanadas, que, la verdad, no nos hacían extrañar otra cosa porque son muy ricas”, expresa la maestra del sexto grado de primaria de la institución educativa parroquial Silvia Russ, quien a pesar de los años mantiene esta tradición heredada de sus abuelos.
Las empanadas de jigote y calabaza
La docente nos cuenta que la costumbre era engordar un chanchito en el mes de octubre para obtener el jamón, el cual después de ser deshilachado y aderezado con cebolla china, aceite, sal y un poquito de achote, constituía el relleno perfecto para la empanada de jigote o de carne de chancho.
Así también, "para preparar la empanada de mazamorra de calabaza, teníamos que hervir de seis a ocho horas el vegetal pelado con canela, clavo de olor, chancaca y azúcar. Tras agregárle cáscara de naranja estaba lista para adherirse a la masa, elaborada, en ambos casos, con harina, manteca de chancho y huevo", detalla Ortega.
Al rescate de una costumbre
“En todos los hogares consumíamos nuestras empanadas en la cena de Navidad. Todo era preparado con productos naturales, sin colorantes, ni presevantes. Por eso es que los pocos que seguimos haciendo estas delicias quisiéramos que las nuevas generaciones lo imiten para que no se pierda la costumbre", manifiesta con nostalgia la profesora.
Las costumbres de un pueblo van tejiendo su historia, es por ello que algunas familias huarinas aún se toman su tiempo para elaborar las famosas empanadas que en realidad, no tienen nada que envidiar al panetón.
Por: Yanet Reyes

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